lunes, agosto 01, 2005

Aburrida reflexión sobre tomar taxi

Hay unas leyes irrefutables en la vida, como esa de que cuando la gente anda soltera, nadie le hace caso y cuando tiene pareja, le llueven las proposiciones. Otra es que cuando uno necesita algo no aparece, y un buen día, limpiando, lo encuentra cuando ya no hace falta.

Todas las mañanas me levanto tarde. Podría llegar al trabajo en guagua (dos, específicamente), pero para eso no hay tiempo. Debo tomar un taxi para llegar en diez minutos. Cuando salgo de mi casa, pasan dos o tres de golpe. Mientras camino hacia la máquina de ATH para sacar los diez pesos que necesito, hay cuatro o cinco. Cuando por fin me paro en la calle, dinero en mano, no pasa ni uno. Siempre les doy un "breakecito", dejo que pasen cinco minutos a ver si cruza alguno. Pero el tiempo escaso apremia y tengo que llamar. La llamada cuesta un dólar extra. Además, me da pena dejar pasar otros taxis mientras espero el prometido. Porque sin falta comenzarán a pasar muy fluidos en el instante en que yo termine la llamada. Como llamo muy a menudo, no me atrevo a dejarlo plantado y coger el primero que pase, porque cuando llame de nuevo, nadie va a querer buscarme.

Luego que me monto, está la ansiedad de que si encienden o no el metro. Si lo encienden, no hay problema, son $8.60 invariablemente. Pero si no lo encienden estoy jodida. Me dirán que son quince, quizás me digan que son doce, y entonces tengo que pelear. "Pero yo voy todos los días y por metro son 8.60." No me creen. De todos modos yo siempre doy diez, así que a veces sólo digo diez y se calman. Siempre hay quien me pregunta "¿Cuánto usted paga siempre?" y les pido la tarjeta por ser honestos, aunque nunca los vuelva a llamar.

La primera vez que fui a mi sitio de trabajo, el día de la entrevista, el taxista me cobró $14. Yo sabía que era más de lo debido, pero como era la primera vez y no estaba segura, lo acepté. Dos meses después, paré en la calle al mismo tipo, que me reconoció y presumió que me había ido bien en la entrevista. Claro, me cobró los $14 de nuevo, y no podía reclamarle porque ya había dejado que me llevara por esa cantidad antes. Esa es la mierda de dejarse coger de pendejo por un taxista. Puede que te recoja de nuevo un día, y si una vez te cobró mucho, te cobrará mucho de nuevo.

En algún momento tenía que sacarme estos pensamientos de adentro. En vez de hablar mierda con las personas y hartarlas de los temas que no llevan a ningún lado (considerando, además, que nadie cerca de mí tiene tanta experiencia en taxis), mejor lo escribo, ¿no?

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