domingo, enero 15, 2006

Libros carceleros

Recientemente, resolvía diligencias en Bookcrossing, cuando me llamó la atención una de las preguntas del foro: ¿Cuántos libros has leído en 2005? Sé que los adeptos a Bookcrossing leen mucho; la gente que ama los libros así, como para dedicarles tanto esfuerzo de sus vidas, no se leen diez libritos al año. Entré y vi que, efectivamente, el número más común es entre 100 a 300. No puedo imaginarme qué método usan esos lectores para recordar de qué tratan los libros que han leído. En mi vida, lo confieso, he leído eso, 300 libros, lo cual sé con toda la certeza porque cuando tenía 16 años me di a la tarea de apuntar todos los libros que había leído hasta entonces, y desde ese momento, llevo un récord minucioso. Y a veces repaso la lista y no puedo recordar de qué tratan dos o tres libros que alegadamente leí. Sé que leer 300 libros no es necesariamente leer.

Una cosa me llevó a la otra: pensé en las buenas lecturas del 2005. En la época navideña leí dos libros que me agarraron y me exprimieron los días. Me pregunté cuántas veces me ha pasado eso, que prefiera quedarme en casa, o deje de ir a trabajar o a las clases, o prefiera tomar el camino más largo en la guagua por leer. Aunque cada libro me para el corazón mientras me sumerjo en él, cada uno es una experiencia distinta, este año me encontré con bultos de hojas que cambiaron mi vida.


La mujer habitada, Gioconda Belli – Le agradezco a Axel Alfaro por haberme puesto en las manos este libro, por razones que no se pueden publicar. Esta historia de una mujer joven y con dinero que descubre su vocación revolucionaria no tiene grandes maravillas ni una técnica extraordinaria; de hecho, Belli abusa de la expresión “cual”, especialmente en la segunda mitad: “cual” sustituyendo a “como”, el preámbulo de una metáfora. Da la mala pata que yo odio esa expresión. Pero la historia tiene su magia. Y el ritmo es enloquecedor. El punto culminante llega sin uno darse cuenta. A mí me subió la presión. (Tuve oportunidad de decirle eso a Gioconda Belli; dejó de hacer lo que estaba haciendo, me miró con cara de que yo estaba loca, y me dijo “¿Qué te subió la presión?”.) Me recordó a mi abuela y me animó a revisar algo de su futura novela, la cual quizás ella nunca vea publicada, sobre sus años presa en Cuba. No pude dormir hasta beberme la última palabra, ni después, porque trabajaba temprano en la mañana. No pude leer otros libros por al menos dos días. Luego quise devorarme sus otras novelas y me llevé una gran desilusión.


Persepolis, Marjane Satrapi – Este libro, dividido en dos volúmenes, tiene el sitial de ser el que me introdujo a la novela gráfica. Era justo uno de los tipos de libros que me gustan, las crónicas históricas, con el elemento artístico que me dio picazón en la vena al instante. Es la autobiografía de una mujer iraniana que aun es joven, no llega a los 35, así que la historia es muy actual y pertinente. Me enseñó que el dibujo no tiene que ser perfecto, sino expresivo y, a veces, conceptual. Luego he leído otras cosas y he considerado seriamente hacer una novela (o cuento) gráfica.


The Dragon Reborn, Robert Jordan – Es el tercero de una serie de fantasía que va por once, llamada The Wheel of Time. Dicen que en los libros que siguen la descripción se vuelve insoportable, pero siempre me ha parecido que a este tipo le queda muy bien; son algo líricas y fluidas, nuca forzadas. Esta es una de esas historias en las que uno llega a conocer a los personajes tanto, que piensa en ellos cuando no está leyendo, se duerme conversando con ellos y discutiendo sus problemas con la pared. Además, el mundo que Jordan se inventa es uno de los más interesantes de los que he escuchado. Lo malo es que la serie tiene tantos detalles que, si uno deja pasar mucho tiempo entre libro y libro, puede olvidar algunos.


El corazón de Voltaire, Luis López Nieves – Mi experiencia es colectiva: no conozco a nadie que la haya podido soltar más de una vez, siempre obligada. A veces, me creía como cierta la historia del genetista que descubre que el corazón de Voltaire en la Biblioteca Nacional de París es falso, con tanto detalle verosímil hasta los huesos... literalmente. Lo único que me distrajo un poco fue que a mitad ya sabía más que los personajes, y me veía insultándolos por no darse cuenta de sus errores.


The Hundred Secret Senses, Amy Tan – Una vez lo comencé, y el estilo de la escritora me pareció muy comercial. Lo prometí en Bookcrossing y quise darle una última oportunidad antes de la partida, y ya no lo pude soltar. Trata de una familia que trae de China a una medio hermana que tiene la habilidad de ver y conversar con fantasmas. Su pasado en China es más remoto de lo que uno inicialmente entiende; luego nos damos cuenta de que ella intercala anécdotas de su vida actual con las de la pasada.


Algunos han sido mejores que otros; no todos los libros que aquí he mencionado se consideran, al menos públicamente, joyas literarias. De hecho, son literatura liviana, considerando que mi escritor favorito hasta el momento es Giovanni Papini. Pero en mi lista vitalicia, tienen una estrellita al lado. Significa que los recomendaría sin reservas y que no son de ésos cuya historia olvidaré con los años.

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