lunes, diciembre 12, 2005

Un intelectual en mi casa

La otra noche pasé por mi casa. Pasé por lo que llamaré siempre mi casa, como se le llama a la casa de los padres aunque uno ya no viva ahí. Mis padres no viven en esa casa, pero quizás fue tan padre y madre como ellos. La luz estaba encendida. Era una luz distinta; en vez de la iluminación fría que le pusimos a todos los cuartos, era gris, azul, opaca. Me subí al murito y vi a un hombre sentado de espaldas a la ventana en una mesa en el medio de la sala. Donde teníamos el chinero, había puesto un mueble similar. No vi más muebles. El hombre tenía una calva en el medio de la cabeza. Sospecho que tenía barba; era el tipo de calva que tiene un barbudo. Quise pensar que era un intelectual que prescindía de todos los demás muebles y vivía una de esas vidas parcas de intelectual.

Hace dos noches, llevé a Axel para que lo viera. Esta vez, él se subió al murito. Dice que vio a una mujer. Eso cambia las cosas. El intelectual está casado, ya no es lo mismo. La vida parca de intelectual es menos probable. Comprar comida no es una opción. Una mano femenina le dará color a la casa en algún momento. Espero que haya sido sólo una visita.

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