viernes, noviembre 11, 2005

La locura cuesta doce y cien

El tiempo se pierde. “¡Son doce pesos!”

Pasan las horas. Hago que hago, aunque todo el mundo lo sabe.

Pasan las páginas de los periódicos. Compruebo que ya no hay exclusividad. Pongo un libro en mi falda y doy la espalda.

Pasan las ganas de ir al baño y llevo siglos sentada; aseguro indigestión. Cuando salgo, el libro abulta mi abrigo.

No me importan ya los doce pesos. El manicomio sería gratis, todo igual de blanco y simétrico.

Tampoco me importan los cien. Son muy limitadas mis posibilidades. Y debajo de la mesa apesta a pie.

Free Hit Counters
University of Phoenix