lunes, noviembre 21, 2005

Waiting

Joe solía decir que un día se haría el muerto para ver quién asistía a su velorio y quién no. Al final, se levantaría y los asustaría a todos. Well, Joe, it’s about time.

lunes, noviembre 14, 2005

Carne de coyote

Mamá, no me llames tanto y ahorra para que me mandes a buscar.

viernes, noviembre 11, 2005

La locura cuesta doce y cien

El tiempo se pierde. “¡Son doce pesos!”

Pasan las horas. Hago que hago, aunque todo el mundo lo sabe.

Pasan las páginas de los periódicos. Compruebo que ya no hay exclusividad. Pongo un libro en mi falda y doy la espalda.

Pasan las ganas de ir al baño y llevo siglos sentada; aseguro indigestión. Cuando salgo, el libro abulta mi abrigo.

No me importan ya los doce pesos. El manicomio sería gratis, todo igual de blanco y simétrico.

Tampoco me importan los cien. Son muy limitadas mis posibilidades. Y debajo de la mesa apesta a pie.

miércoles, noviembre 09, 2005

Bobadas en que pienso: Copilotaje y bolígrafos

Cuando éramos pequeños, todos esperaban que escribiéramos con lápiz. Bueno, no sé los demás, pero así era en mi escuela. No sé si en todas las escuelas tiende a haber un grupito de chicas más sofisticadas (de ésas que llevan todo tipo de maquillaje a la escuela, aunque no lo puedan usar porque tienen 8 años) escribían con bolígrafo tan temprano como en segundo grado, pero era típico de ellas y de nadie más, una rareza. No fue hasta cuarto o quinto que a ninguno de mis maestros le importó con qué escribíamos, después que lo hiciéramos.

Cuando estaba en kinder, fui copiloto del Tío Nobel. (Grande fue mi desilusión cuando vi que el barquito en el que los copilotos se montaban era un panel plano de madera que movía un tipo por detrás.) Me regalaron el caballo de Rainbow Brite (que todavía me sobrevive), un six-pack de jugos Frutsi (que nunca volví a ver porque mi mamá no me permitía ingerir comidas con colorantes artificiales tan brillantes) y una bolsa llena de productos Paper Mate: correctores (los infames liquid papers de brochita que no sé cómo aún hay quien los compra), highlighters, gomas de borrar, bolígrafos, entre los cuales había uno maravilloso cuya tinta se borraba con una goma integrada (verdaderamente chipi)… Mi mamá nunca me dejó conservar nada de aquello por eso de que era muy chiquita para usarlos. Si hubiera sido Katy o Rose Mary, los hubiera podido usar en la escuela… De vez en cuando, exploraba la bolsa que ella guardó en una gaveta. Para ella, ese regalo debe haber sido una beca, pues de seguro no tuvo que comprarse efectos escolares por un año o dos.

martes, noviembre 08, 2005

Llamado extremista e irracional a un boicot

Alguien le envió a mi mamá un e-mail con este artículo de la página Christian Answers:

Muchas personas piensan del día de acción de gracias como una maravillosa celebración, que les permite tener un largo fin de semana disfrutando de una suculenta cena. O tal vez, piensan que el día de acción de gracias es simplemente el principio de las celebraciones navideñas. ¿Cuál es el verdadero significado del día de acción de gracias? Catherine Millard escribe:

"Podemos rastrear esta histórica tradición cristiana de los Estados Unidos, desde el año 1623. En noviembre de 1623, después de recolectar la cosecha, el gobernador de la colonia de peregrinos 'Plymonth Plantation' en Plymonth, Massachusetts, declaró: 'Todos ustedes, peregrinos, con sus esposas e hijos, congréguense en la casa comunal, en la colina... para escuchar al pastor, y dar gracias a Dios todo poderoso por todas sus bendiciones'."

Éste es el origen de nuestra celebración anual del día de acción de gracias. En los años siguientes, el congreso de los Estados Unidos proclamó en varias ocasiones el día de acción de gracias al todopoderoso. Finalmente, el 1° de noviembre de 1777 fue oficialmente declarado como día feriado:

"...para solemne acción de gracias y adoración que con un corazón y en unidad de voz, las buenas personas expresen sus sentimientos de agradecimiento, y se consagren al servicio del su divino benefactor,... y que sus humildes súplicas plazcan a Dios, por medio de los méritos de Jesucristo, quien es misericordioso para perdonar, borrando y olvidando su pecados... Que plazca a Dios que las escuelas y seminarios de educación, tan necesarios para cultivar principios de verdadera libertad, virtud bajo su mano protectora, y prosperar la religión para la promoción y engrandecimiento de ese reino el cual consiste de paz, justicia y gozo en el Espíritu Santo..."

De nuevo, el 1º de enero de 1795, el primer presidente, George Washington, escribió su famosa proclamación de acción de gracias, en la cual él dice que es "nuestro deber como personas con reverente devoción y agradecimiento, reconocer nuestras obligaciones con el todopoderoso, e implorarle que nos siga prosperando y confirmado las muchas bendiciones que de Él experimentamos..."

El jueves, 19 de febrero de 1795, George Washington apartó así ese día como el día nacional de acción de gracias. Muchos años después, el 3 de octubre de 1863, Abraham Lincoln, proclamó por carta del congreso, un día nacional de acción de gracias "el último jueves de noviembre, como un día de acción de gracias y adoración a nuestro padre benefactor, quien mora en los cielos". En esta proclamación de acción de gracias, el 16º presidente dice que es

"anunciado en las Sagradas Escrituras y confirmado a través de la historia, que aquellas naciones que tienen al Señor como su Dios, son bendecidas. Pero nosotros nos hemos olvidado de Dios. Nos hemos olvidado de la mano que nos preserva en paz, nos multiplica, enriquece y fortalece. Vanamente nos hemos imaginado, por medio del engaño de nuestros corazones, que todas éstas bendiciones fueron producidas por alguna sabiduría superior y por nuestra virtuosidad. Me ha parecido apropiado que Dios sea solemne, reverente y agradecidamente reconocido como en un corazón y una voz, por todos los americanos..."

Por eso es que cada año, en el día de acción de gracias, los americanos dan acción de gracias a Dios todopoderoso por todas sus bendiciones y misericordias durante el año.

Autora: Catherine Millard, extraido de A Children's Companion Guide to America's History, Horizon House Publishers, Camp Hill Pennsylvania.

Luego de hacerles leer esta retahíla, voy al punto. Pensé que todo el texto era importante para justificarme. Y es que, en un país en el que se escandalizan tantas personas porque se prohíba rezar en las escuelas, y por el más reciente suceso de prohibir recitar el “Pledge of Allegiance” porque se refiere a Dios, no entiendo la existencia de un día nacional de acción de gracias. No existe nada menos secular que proclamar por ley un día en el que todos los americanos se dediquen a reivindicarse con Dios para que éste bendiga a su nación.

Pero, considerando que los Estados Unidos no tienen siquiera idioma oficial, y considerando que las medidas laicas son para no ofender a los niños que practiquen otras religiones, no puedo sino encontrar el día de acción de gracias inconstitucional.

Que el día de acción de gracias sea un día feriado federal es una violación al derecho de trabajar de muchos ciudadanos que no son cristianos y están forzados a perder un día de trabajo (el cual muchas veces ni se cobra) por culpa de la otra religión. Desplaza a los judíos, musulmanes y otros que no quieran unirse a la celebración de sus compañeros de trabajo o estudios. Et cétera.

Por eso, hago un llamado para boicotear el día de acción de gracias. No es cuestión de ser “politically correct” ni nada por el estilo; es sólo darse a respetar. Todo aquél que tenga razones para festejar el día porque es cristiano, no lo celebre como un acto de solidaridad hacia los demás. A la larga, ¿no que a Dios se le alaba a diario?

Boicotear el día de acción de gracias puede parecer un acto contra el gobierno. Pues es lo que parece. No podemos dejarnos mandar por un gobierno que predica la inmoralidad en sotana y la moral en calzoncillos.

domingo, noviembre 06, 2005

¿Dónde estaba la mujer puertorriqueña en los 80?

En el espectáculo De-generación 80, de fallidas expectativas (otro asunto no pertinente), pasaron un ‘clip show’ a manera de preámbulo y para rellenar el intermedio. Vimos intros ‘cheesy’ de horribles novelas, vídeos musicales de la época (no sabía que había tantos) y anuncios de televisión. Detrás de mí, un grupo de cuatro o cinco hacía mucho ruido, en especial una mujer de ésas que tienen la voz firme e imponente y siempre algo que decir. Cantaba los ‘jingles’, recitaba los anuncios y decía el nombre de la marca anunciada o del artista que apareciera como si los demás fueran ciegos. Una del grupo era la madre; los demás, incluyendo a la mujer, parecían ser hermanos. La madre constantemente alababa la memoria de los más jóvenes: “¿Cómo se acuerdan de eso? ¿Cómo se acuerdan de lo otro?” La mujer le respondía, con tono irritado e irritante: “Hello, mami, tienes que haberlo visto. ¿Pero dónde tú estabas mientras nosotros veíamos televisión?” Y ella le contestó, más de una vez: “Pues en la cocina, criando cuatro hijos”.

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